El primer hecho milagroso, de nuestra Virgen de la Salud, del que se tiene constancia en nuestros días se remonta entre la segunda mitad del siglo XIV o principios del siglo XV.
Cuentan las crónicas que dos jóvenes hermanos, llamados Lucas y Marcos Payà, hijos de la villa de Onil, ae dedicaban al cultivo del campo y se encontraban realizando sus tareas en un collado que se ve a las afueras de Onil, denominado «Fontalbres. Uno de los hermanos, hirió involuntariamente de muerte al otro levantando su azada y golpeándole en la cabeza, al cual no había visto, ya que se encontraba detrás de él.
Al acercarse a su hermano y ver que este había dejado de vivir, se hincó de rodillas y pidió perdón al Señor por el daño que había causado a su hermano. Acto después, rogó con gran devoción a la Santísima Virgen, que le ayude en este trance, prometiéndole que si su hermano volvía a la vida, levantaría una ermita, cerca de Onil, y colocaría en ella, la Sagrada Imagen de la Santísima Virgen que había heredado de sus padres, para que recibiera culto de sus feligreses.
Tan pronto como terminó de hacer su promesa, el consternado hermano vió con asombro como su hermano resucitó, llenos de gozo, ambos se ponen de rodillas y juntos dan gracias al Señor por la gracia que acaba de concederles por la intercesión de la Santísima Virgen. Ambos se fueron a su casa refiriendo a cuantos encontraron lo ocurrido. La sangre y la herida, que se veían en el hermano resucitado, reafirmó a todos de la veracidad de los hechos que relataban.
Tal y como habían prometido, levantaron la ermita al oeste del pueblo, en un paraje conocido como «Les Eres», donde sigue ubicada en la actualidad.
Desde el siglo XV es invocada en Onil la Santísima Virgen como consuelo y salud de los enfermos, mostrándole a los habitantes de aquel momento gran cariño y admiración. Pero, como es propio del imperfecto corazón humano, en el transcurrir del tiempo, los habitantes de Onil se olvidaron de su «Virgen», dejando la ermita en el más severo abandono.
Cierto día pasó por la ermita un bendito fraile, que venía observando en sus periódicas visitas a Onil el abandono en que estaba aquella pequeña imagen de la Virgen, y tanto le dolía verla así, sin culto, que creyendo hacer el bien la tomó entre sus brazos, la cargó a lomos de su jumento y emprendió el camino de su cenobio de Elda pero al llegar el borriquillo al límite del suelo de Onil, el animal se paró.
Por tres veces intentó el fraile que este reanudara la marcha sin conseguirlo, fue entonces cuando a Virgen habló al fraile diciéndole: “Buen fraile, amigo mío, tu amor me ha sacado de Onil para que yo olvide a este mi pueblo, bendito serás en mi hijo por siempre, pero debes saber que Onil ha sido escogido por mi Hijo para morada de ambos. El fraile comprendió enseguida los deseos de la Señora y dando la vuelta se dirigió hasta la destartalada ermita donde depositó la imagen de la Virgen.